“No sé qué pensábamos aquella noche. Tengo en mi
mente tan desdibujados los hechos, que ya no sé si lo que digo es la pura
verdad o una verdad contaminada con las mentiras que surgieron en mi
imaginación tantas veces para convencerme de algo que no fue… o quizá sí, qué
se yo”.
(León, pag.12)
(Fragmento de “Los cuentos del peregrino y el ahorcado”)
FEDERICO PEÑALOZA nació
en San Salvador de Jujuy. Cursó sus estudios secundarios en la Escuela de
Educación Técnica Nº 1 “Escolástico Zegada” y sus estudios universitarios en la
Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la UNJu, donde se recibió de
profesor en Letras en el año 2002. Actualmente se desempeña como docente en
diferentes instituciones educativas de su ciudad. Publicó su primer libro de
poesías en el año 2009 bajo el título “De la noche ausente”.
SOBRE EL LIBRO “LOS CUENTOS DEL PEREGRINO Y EL AHORCADO”
Un libro que a primera vista es un libro de cuentos, pero leído desde el comienzo hasta el final, es un relato extenso, un cuento largo acerca de lo acaecido en la cotidianeidad, en un solo espacio local, en una misma época.
Cuando le dije al autor, como reproche, que en todos los cuentos rondaba la muerte y la idea de la muerte, negó esto en absoluto, y lo discutió, para terminar diciendo “¿No es esto un obituario? Bien podría titularse así”. Creo que toda esta antítesis, la negación y la certeza, y la posterior convicción del autor para llamarlo “Los cuentos del peregrino y el ahorcado” predicen todo el contenido de los cuentos, y la presentación como “obra literaria”, con determinados logros y una unidad temática ya difícil de discutir y de cambiar, realizada desde una lógica y un estilo personal de Federico Peñaloza.
El lector hallará en los relatos la vida y sus avatares, la muerte y la fortaleza del peregrino, en este orden, se puede advertir que ello se repite a cada instante. La muerte desde un sentir siempre diferente, a veces machista, como el que sale a enfrentarla “a lo macho”, a veces bajo la mirada de una diosa sapientísima, como lo ensalza el “Episodio XXII” y muchas veces desde la absoluta femineidad y valentía: la abuela que espera al nieto; la niña que no da “El último beso” o la señorita que murió momentáneamente en un vaso de agua. La muerte y un camino para seguir andando, o para correr, como rezan las últimas páginas. La muerte factible, hecho físico-corporal, pero también la muerte simbólica, es el caso de “El sándwich de queso”: el regreso de un muerto en vida que vuelve para romper el hielo que sostenía las distancias efectivas; también Pericles, en el abandono de su cuarto, en el olvido, es casi la muerte como el sueño o el recuerdo, o el miedo de perder hasta la vida por el juego vicioso de “Vendedores ambulantes”. La muerte simbólica de un ser querido tras el “Viaje” y la eterna búsqueda de ese otro.
Un libro lejos del sentimentalismo y el tono confidencial de “De la noche ausente” – primera publicación del autor-, fusiona una prosa muy realista, con elementos fantásticos, con fragmentos expresionistas y por momentos naturalistas: se puede ver a “Lito Dreyfus” en una escena mortuoria y natural, - veo una filosofía en donde la naturaleza es el principio de toda realidad, en su fase más realista y repugnante -. La obra recrea vivencias cotidianas de la gente jujeña y anécdotas vivenciales de grandes autores de la literatura argentina – Roberto Arlt, Raúl Galán…- todos los personajes están como al principio del libro, un poco ahorcados, un poco remordidos, pero en una constante supervivencia, en una lucha en la que uno no es el perdedor sino el que resiste, sobrevive y se hace escuchar, el que le hinca a otro y le dice “más de una vez vas a soñar conmigo”.
En diálogos con textos borgeanos, clásicos griegos, Vargas Llosa y Cortázar, presenta en un lenguaje fluido, una particular cosmovisión de la vida y del sentir humano. Uno no puede menos que compadecerse de algún personaje, o empatizar en absoluto, pero, en todo caso, ingresa al mundo del caminante, la muerte, y un respiro humano de supervivencia, o por qué no, en el mejor de los casos, experimenta la catarsis, en el más noble sentido aristotélico y psicoanalítico; y todo ello en la atmósfera local que lo circunda.
Presentan:
Profesoras Adriana Luz Peñaloza y Gladys Tapia
Acompañamiento Musical: Grupo Dalúa
(Música Latinoamericana, Bossanova y Trova)
INTEGRANTES:
Mariana Casadelrrey (voz), Juan Pablo Rozas (bajo y voces), Agustina Bovi (batería y voces), Matías Zigarán (violín), Lautaro López Geronazo (gutarra y voces)
MIÉRCOLES 14 DE SEPTIEMBRE - 19,30 HS.
No hay comentarios:
Publicar un comentario